Sin apenas recursos, apelando a la buena voluntad de los artistas y a la cooperación del museo Reina Sofía, por segundo año consecutivo el Día de la Danza se celebra en esa casa del arte moderno y contemporáneo. Los Asaltos de la danza,breves coreografías ideadas para ser representadas en espacios no convencionales y de improviso, han estado dirigidos por Margaret Jova y respaldados por una asociación de profesionales del baile.
Una celebración modesta en comparación con las coincidentes en otras ciudades europeas. Por citar dos: en el palacio Garnier de París son los fastos por el 300 aniversario de la Academia de Ballet de la Ópera y en San Petersburgo se inaugura el Teatro Mariinski II con el nacimiento de una segunda compañía de 150 elementos.
El Día Internacional de la Danza se celebra en todo el orbe el 29 de abril, una cita de fiesta reivindicativa señalada por UNESCO hace más de 30 años y cada año encarga un mensaje universal a una figura prominente de la especialidad. Este año el seleccionado ha sido Lin Hwai-min (Taiwan, 1947), un reputado coreógrafo.
El momento de más impacto visual y que a la vez tenía una carga simbólica importante sucedió en la austera fachada Sabatini y en sus modernos ascensores de cristal. Una performance con música en vivo ideada hace 21 años por la coreógrafa Denise Perdikidis volvió a representarse, con el aliciente de que participaban dos de los artistas que la crearon hace dos décadas: Morris y el saxofonista Andreas Trittswittz. El público concentrado en la plaza pudo ver cómo en la góndola del limpiacristales bajaba la música y a la vez, los ascensores comenzaban un propio baile, arriba y abajo, conteniendo las escenas de danza. La actriz Natalia Seseña puso la nota de humor, en tutú morado y con su perro Pepe como partenaire.Entre los artistas participantes de losAsaltos de la Danza del Reina Sofía, varios coreógrafos-bailarines de la región madrileña muy conocidos del público: Carlos Rodríguez, Angel Rojas, Carlos Chamorro y Elisa Morris. Fue ayer un domingo con lluvia intermitente, frío y ventoso, pero las colas para ver la exposición de Salvador Dalí se vieron amenizadas inesperadamente por la danza.
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